No son las velas del cobre ni las del insomnio, no son las velas cede la necesidad o de las calles ,... son las velas de blanco avismo las que se prenden solo en un siglo,.... son las velas del almea las que te hablan. Uno de los exponentes jóvenes de las artes plásticas cubanas es el camagüeyano Damián Hidalgo Bulté, nacido en 1971. Este pintor, quien reside en La Habana, posee una sólida formación académica, con estudios cursados en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Paulita Concepción y en la Academia San Alejandro, en cuyas aulas consolidó su vocación entre los años 1996 y 2000. Hidalgo Bulté muestra la naturaleza marcadamente simbolista de su arte, mediante el cual, además de recrear de variadas maneras su visión general como pintor, suele ser un crítico inteligente y sugerente de la realidad circundante. En la realización de tal objetivo enfatiza de modo apreciable en la realización figurativa y la factura detallista, regularmente en variados formatos. Este artista del pincel se manifiesta creador laborioso y constante, como demuestra su currículum vítae, que nos revela su participación en ocho exposiciones personales y veintidós colectivas, entre estas últimas algunas presentadas en España, México y los Estados Unidos, países donde ya algunas colecciones privadas cuentan con piezas de su autoría. Dos de sus más recientes exposiciones personales —El Siglo de las Velas, en la Sala Martínez Villena, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en el 2007, y RE-VELA-CION, en la Galería Pierre A. Renoir, de la Unión Francesa de Cuba, en el 2008, dos proyectos similares en sus partes I y II— mostraron al público dos características muy peculiares presentes en las obras expuestas: el uso del papel periódico y el empleo de las velas, tanto para configurar los cuerpos humanos como para acompañar a variadas figuras y objetos. Hidalgo Bulté pega en estas obras el papel periódico sobre el lienzo que va a trabajar, lo que le confiere a este una textura peculiar y le permite al pintor dejar que llegue a la visión del que contempla la obra aquello que el artista quiere con toda intención que lleve un mensaje adicional al de la pintura en sí. Ese papel, de consistencia fácilmente manipulable para el creador, le permite transmitir un mensaje actual sobre la problemática nacional. El periódico, tratado al óleo como técnica mixta, se convierte en un rejuego que el espectador puede visualizar a través de temas naturales y circunstanciales, con resultados perfectamente reconocibles y decodificadles. Ese collage de papel periódico, tela y colores enriquece conceptualmente el proyecto y permite al pintor, desde hace varios años, emplearlo como pretexto para insertar humanos modélicos, poses, naturalezas muertas y objetos en una amplia gama. El otro elemento presente en estas obras es la vela, como objeto que da forma a los personajes y diversos artículos presentes en la composición, realizada esta con colores fuertes, con imitación de lo oxidado o corroído, en muchos casos con tonos, matices y veladuras apastelados y descoloridos. El pintor se presenta en estas obras como un observador preocupado por su entorno. El uso de las velas, integradas a figuras humanas y objetos, puede tener varias lecturas, pues ellas, en sí, tienen diversos usos y representan al mismo tiempo vida y muerte, pues viven mientras alumbran y perecen cuando el fuego termina por consumirlas. La vela nos permite contrarrestar la oscuridad, es empleada con fines religiosos y también puede iluminar una cena romántica, pero es efímera, como el ser humano, y al derretirse suele dar paso a las más sugerentes formas. El autor ha confesado a quien esto escribe, que la necesidad de recurrir a la tenue luz de las velas para poder seguir pintando durante los intermitentes apagones que se hacen sentir en La Habana, le animó a meditar sobre ellas y a llevarlas al lienzo en su múltiple significado. El uso del papel periódico sobre la tela como recurso expresivo permite a este pintor tratar la información del diario en correspondencia con la naturaleza e intencionalidad de la obra, obteniendo así una mayor densidad en el mensaje que se propone trasmitir. Su instalación de una mesa de comer cubierta totalmente de papel periódico, presentada recientemente en la Bienal de Escultura e Instalación, en la galería Teodoro Ramos Blanco, Cerro, resulta una impactante simulación simbólica que reinterpreta la realidad cotidiana de la isla con una fuerte carga emotiva. Las sobreposiciones con los periódicos, a los que previamente se les ha aplicado encima una técnica de aguada, sugieren una mesa que, más que emplearse a la hora de recibir los alimentos, actúa en grado superlativo como suministradora de ideología y combate político en sustitución de aquellos. Llama la atención poderosamente que estas múltiples figuras, cuyos huesos han sido cambiados por velas, muestran en algunas partes de sus cuerpos unas como piezas metálicas que recubren fragmentos de los miembros, cual si se tratara de coseletes, grebas y otros elementos de antiguas armaduras, pero que también guardan una curiosa semejanza con pedazos de inacabadas prótesis, como si un demiurgo misterioso hubiera llevado a cabo un arduo trabajo para construir golems, seres robotizados, sin voluntad, cuerpos de una inflexibilidad trágica que contrasta con la ductilidad de la cera. Metal y cera: el Hombre dividido en su doble esencia creadora y robótica, dicotomía civilización/domesticación que desgarra al alma humana encerrada en una tierra cercada por el mar. Así es el mundo imaginativo de Damián Hidalgo Bulté, cuya labor constante y calidad artística nos invitan a mantenernos atentos a su obra. Lic. Oscar Ferrer, periodista y escritor, La Habana, octubre del 2008.